La Sábana. ¿Y qué íbamos a esperar con este nombre? La Sabána es como se denomina el conjunto de casas donde se encuentra la de Carlos, es decir: nuestro nuevo hogar.
Después de un día en el Playón, donde Jose nos desveló uno de los grandes enigmas que nos rodeaba: la cabra/chivo es cabra cabra, fuimos a nuestra nueva casa. Pero detengámonos un momento en Lola. Y es que ayer, creo que en parte a causa de ser solo dos en el Playón al abandonar a Clara y Adriana en Tecoluca, nos dedicamos a bautizar a algunos de los residentes de la cooperativa: Ariadna (segun Moti, nombre de modelo) es la perrita esquelética que nos persigue por toda la cooperativa ya que Marta se dedica a darle los huesos del pollo cada vez que acabamos de comer. Y Lola: la cabra, que creo que nos odia un poco... porque nos mirar raro cuando vamos a verla, estoy convencida que se pondrá a bailar un zapateado al más puro estilo flamenco en cualquier momento.
Una rara conversación con Mauricio y con Jose sobre gente que había muerto en el Bajo Lempa chamuscados por un rayo (ya van tres desde enero) que ha confirmado mi firme decisión de no salir de casa si hay tormenta por aquí, fue la guinda de un día de lo más insípido.
Pero nuestro nuevo hogar tiene delito. Yo ya no se si es que me estoy volviendo lempita (no se como deben denominar a los habitantes de aquí), pero creo que nada de lo que ocurra a mi alrededor va a alterarme. Aunque Marta lo está pasando un poco mal. Y es que una vez entras en casa, ver la colección del Natural History Museum de Londres en vivo y directo mires donde mires no creo que sea del agrado de demasiados. Escarabajos, mosquitos, arañas, cucarachas, polillas, hormigas,... de diferentes tamaños, colores y especies: un paraíso para un estudiante de ambientales o de biología, pero nunca para un par de niñas de Esade (por poco quisquillosas que seamos).
Mi periodo de adaptación ha sido realmente rápido: sin duda sobreviviré. Moti está trabajando en ello. Creo que ya le ha cogido cariño a su mosquitera (lo dije, todo era cuestión de roce). Pero no creo que a base de roce llegue a coger cariño a los bichos.
Es cuestión de tiempo que bauticemos también a toda la fauna con la que convivimos en casa. Os los presentaremos a todos, no sufráis. O cuestión de tiempo que Marta consiga una moto y se fugue a Nicaragua (atentos por allí). Pero sobreviviremos, siempre lo hacemos.
Un abrazo desde un Papiol cada día más parecido al zoo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario