sábado, 23 de julio de 2011

Muchos volcanes y pocas flores

Una de las cosas que hemos notado después de dos semanas aquí es que El Salvador, siendo uno de los países más pequeñitos de América, contiene en él un millón de contrastes. Y es que en muchos sentidos te encuentras dos mundos dentro de un mismo país. Hay tantas diferencias sociales, políticas y culturales, que a veces se hace difícil creer que estemos en los mismos veinte mil kilómetros cuadrados.

Otro ejemplo de ello es la geografía. Los dibujos que salían en los libros de Sociales de primaria donde a la vez salía un mar, un río, un golfo, una isla, una montaña, un volcán, un bosque y una cascada estaban seguro inspirados en este país. En ninguna otra parte del mundo hay tanta diversidad geográfica como en El Salvador.


Si la semana pasada nuestro fin de semana discurría en una playa desierta del Pacífico, este fin de semana centramos nuestra historia en un lago en el cráter de un volcán. Y todo ello siempre a menos de dos horas de la capital.

Viernes al atardecer, para no perder la tradición tormenta en San Salvador. Todas las bolsas preparadas para encaminarnos hacia el rancho de Ernesto, profesor de la UCA y amigo de Gerardo, en Ilopango. Un 4x4 estacionado en la puerta de casa de Ondina. Dudas de último momento, y mi firmeza por irnos esa misma noche. 2-4-2, y no es la alineación de un equipo de fútbol con demasiadas bajas. Así íbamos distribuidos en las tres filas de asientos del coche. Si el conjunto con las bolsas no era suficiente lata de sardinas, una incorporación en el equipo de última hora nos hizo poner en práctica todos los conocimientos de tetris que un día adquirimos delante de la Game Boy. Íbamos tan encajonados, que a cada bache del camino hasta el rancho saltábamos en bloque para chocar contra el techo.

Un grupo peculiar: las seis niñas de ESADE (los chicos se han quedado el fin de semana en Meanguera), Gerardo “”big bro”, Pamelotronix y Ernesto, nuestro anfitrión. Pollo Campero para cenar (¡al fin probábamos el famoso Pollo Campero! Cumpliendo expectativas). King’s Cup. Pictionari protagonizado por Moti interpretando magistralmente “descarga eléctrica” y yo gritando “que te parta un rayo”, “morir por un rayo”. Cultura chupística. Y el grupo más “on fire” hasta las 5 de la mañana dándolo todo.

Un sábado soleado. Desayuno en la terraza con vistas al lago. Tostarnos al sol, incluso chamuscarnos un poquito y excursión en lancha para contemplar las maravillas de Ilopango.


El momentazo del día: poner a prueba nuestra integridad física en parejas en el flotador detrás de la moto de agua de Ernesto. Creo que en nuestras vidas hemos hecho tanta fuerza con los bíceps con la intención de evitar salir volando en cada curva. Conclusión del día: hemos conocido gente realmente peculiar durante estas últimas dos semanas, pero Ernesto se lleva la palma. Sus “¡es correcto!” entre trago y trago jugando al pictionari, una reunión en la UCA sin haber dormido y su peculiar forma de seguir siendo joven pese a poder ser nuestro padre aportan a este personaje una peculiar personalidad que no tiene desperdicio. Un personaje en toda regla, que nos ha hecho pasar un fin de semana lleno de risas.

Compras en Wall-Mart (dentro de poco nos harán el VIP). Querer ir al cine y acabar arrasando Zara a las 10 de la noche. Y un atracón de pasteles y chocolate con mashmallows antes de acabar el día.

Un beso desde Papiol civilizado.

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