Creo que aún no soy consciente de que hemos llegado.
Hace ya tres días que acababa la maleta, sin darme cuenta que tenía 24 horas por delante antes de llegar a la puerta de casa de Ondina en San Salvador. Escala en Frankfurt, en Houston, mil controles y siempre la misma pregunta: ¿Motivo de su viaje? Y siempre la misma respuesta: Cooperación.
Y justo antes de salir del aeropuerto del Salvador: el semáforo. Nos habían avisado, sí. Pero tener que apretar un botón para que un semáforo se ponga en verde de modo random y te deje pasar es una forma original de empezar nuestra aventura.
Ondina, nos acogió como una madre. Nos ha estado cuidando a nuestra llegada y nos ha hecho la puesta a punto para que podamos irnos esta mañana hacia el Bajo Lempa.
Componentes de este nuevo reto: Clara y Adriana (el dúo que debe enfrentarse a los peces de la isla de Monte Cristo); y Moti y yo que deberemos lidiar con la microfinanciera. Todas desde el hostal Lempa Mar.
Avisadas de los posibles ataques masivos de los zancudos y mosquitos, y amenazadas con la posibilidad de no tener internet, nos vamos en una hora hacia nuestro nuevo destino. Llenas de curiosidad y de ganas de ver que nos espera.
A malas siempre podemos volver a San Salvador los fines de semana para dejar constancia de que estamos vivas.
Un abrazo desde Papiol lejano ;)!
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