jueves, 1 de septiembre de 2011

¡Cuidense!

Todo lo que hacemos está empezando a ser "la última vez que...".

No somos buenas con las despedidas. Esa sensación de que simplemente es un hasta luego. De que el lunes volveremos a la Sábana y podremos subir al tejado con Cecita y Abi a ver las estrellas. O que nos quedan mil fines de semana para descubrir junto al resto las maravillas de un país como es El Salvador. Pero ahora ya no... ahora ya es de verdad un adiós.

No solo hemos dejado atrás las aventuras con los bichos, los licuados, las cabras del Playón o las historias de la guerra... hemos dejado atrás una familia que nos ha querido demasiado y un hogar en el que nos han cuidado un montón.

Llevamos dos meses en el Salvador. Lo que se planteaba como un reto, una aventura, ha sido una de las mejores experiencias de nuestra vida. Todas aquellas personas que se han cruzado en nuestro camino, que nos han conocido, que nos han sonreído, han dejado un pedacito de ellos en nuestra historia. Todos los lugares que hemos visitado son ahora parte de la película de nuestro verano. Es verdad que hemos aprendido más de lo que hemos podido llegar a enseñar. Hemos aprendido a disfrutar de los pequeños instantes y a apreciar aquellos detalles imperceptibles.

Será difícil despertar y no ver a Moti al lado. Después de 1440 horas sin despegarme de Marta se me hace difícil pensar que en Miami nos esperan dos aviones que implicarán seis meses de separación. Parece irreal la posibilidad de que en un radio de 20 metros no se encuentre Marta. Y es que no podría haber tenido mejor compañera de SUD: capaz de hacerme reír en cualquier momento, compañera de peleas surrealistas, de aventuras inmejorables, siempre sabiendo como cuidarme. Sin ella el SUD no hubiese sido el SUD.

Todo lo que hacemos está empezando a ser "la última vez que...". Aunque nos pueda entristecer esta verdad, el camino que tenemos por delante es un nuevo reto, una nueva aventura que sabemos que seguirá ampliando la colección de experiencias inolvidables. ¡Y tenemos muchas ganas de seguir con este camino!

Un abrazo desde Papiol, que se va acercando poco a poco a Barcelona (parada intermedia en USA).


martes, 30 de agosto de 2011

Diarios de fragopatera

Salir a MB en San Salvador y emocionarnos cada vez que suena “Es un secreto”, “La vaina loca”, “Si no le contesto”, “Yo tengo tu love”, “Dame un besito” o cualquier temazo de Chino y Nacho o Plan B pueden suponer un trastorno irreversible y eterno en nuestra conducta fiestera… ¡pero creo que vamos a asumir el riesgo!

Sábado por la mañana, habiendo dormido cuatro horas, nos plantamos en la UCA. Un planazo para el último fin de semana en El Salvador. Después de un mes sin reunirnos todos, excursión a Morazán para rematar la jugada. Cuatro horas de viaje hasta el extremo del país, al borde de la frontera con Honduras, donde Marc y Xavi han estado trabajando las últimas tres semanas.
Cual fue nuestra cara de asombro cuando el Padre Andreu, rector de la UCA y guía para nuestra aventura, apareció ante nosotros con la fragoneta más tartana vista en la última década. Verde, once plazas (más bien diez y media), un techo con goteras y una puerta del maletero que no se abría… perfecta para ser destrozada en un fin de semana.

Un sábado tranquilito, visita al museo de la guerra de Perquín, concierto de Caminos de Libertad para los catalanes y visita a niña Sixta que nos abrió las puertas de su casa encantada después de haber cuidado de los chicos estos días. El momento del día: ir a cenar pupusas a la casa de la montaña de Gerardo. Después de pensar que nuestra furgoneta se despeñaba por las subidas y bajadas del camino paramos. Diez minutos en pickup (es que el primer trozo estaba bien para ir en la fragopatera!). Los ocho sentados en la parte trasera. Hechos un enredo de piernas y brazos al terminar el trayecto y con el miedo de que en cada bache saliese uno de nosotros volando del pickup y el resto al suelo con él.

Pero, ¿acabar las aventuras del fin de semana en nuestra excursión en pickup? ¡No hombre, no! Nos quedaba el domingo. Empezar el día delante del ordenador pegando gritos a la pantalla, sufriendo por el M4- y el LM2x en Bled. Seguido de una visita a la comunidad de Segundo Montes y finaliando con la excursión a una cascada en el rio Sapo. Con este nombre y la tradición de matar sapos que hay en el Bajo Lempa… por algún lado tenía que girarse el karma. Depués de 40 minutos por la selva poniendo a prueba la eficacia de cualquier desodorante, llegamos a una cascada preciosa. Bañarse en medio de la cascada, saltar de las rocas, refrescarnos en el río Sapo… ¡un sueño después de la caminata! Justo al decidir irnos llevaba unos minutos habiendo lo que comúnmente llamaría concurso de truenos (¡con lo que a mi me apasionan!). Al empezar el camino de vuelta nuestro guía nos aseguró que no hacía día para llover… ¡pues suerte! Medio minuto después: tormenta tropical gentileza del departamento de Morazán. Cuarenta minutos de camino en los que no sabíamos muy bien si habíamos salido de debajo de la cascada aún y no entendíamos como salía tanta agua del cielo. El camino se convirtió en riachuelo y los riachuelos en riadas. Nadie ni nada se salvó de acabar pero que si nos hubiésemos metido en el río vestidos. Bajas: 3 cámaras de fotos, una blackberry y un pasaporte. Aunque Moti y yo disfrutamos como niñas pequeñas comprobando la eficacia de nuestras botas gore-tex en cada charco, río o acumulación de lodo. Observación: Salomon y Hi-Tech fabrican sus botas pensando en la llovizna del pirineo, disminuye notablemente la efectividad en cuanto decides experimentar en tormentas tropicales. Vuelta a casa en la que Marta acabó con chubasquero dentro de la fragopatera, a causa del chorrillo de agua que le caía encima cada dos minutos.



Parece que aquí se han acabado los fines de semana en El Salvador. Y es que todo se empieza a acabar y nos toca pensar ya en la vuelta a casa. Ya empezando a empaquetar, pues después de esta semana en el Bajo Lempa nos toca volver.

Un abrazo desde Papiol remoto!

viernes, 19 de agosto de 2011

Living el SUD

Nos habían avisado. Éramos conscientes de que esto iba a suceder. Sabíamos que todo iba a ser distinto. Ahora podemos decirlo: estamos viviendo el SUD.

En cualquier experiencia de cooperación existe un periodo de adaptación. En ciertos casos este periodo se alarga más de lo esperado. En otros apenas lo notas. Pero siempre hay un punto de inflexión que te hace darte cuenta de que todo lo que estás viviendo es real, de que cada minuto cuenta y de que lo que estás viviendo es impagable.

Llevamos días sintiéndonos lempitas. Nuestros proyectos en la microfinanciera El Roble y en la iniciativa Juventud Rural están empezando a tomar forma. A base de insistir y del esfuerzo constante parece que arrancaremos un poco de iniciativa en estas cooperativas. Gota a gota, sin presionar, pero siempre adelante. Le hemos encontrado el truco a la ducha a cazos, e incluso Marta ha reparado en el ahorro de agua que esto supone. Hemos cabalgado en caballos sin silla de montar. Comemos tamal para desayunar como si de nuestro bol con cereales se tratara y nos hemos hecho fans de la anona rosada. Pero sentirse lempitas no es aún vivir el SUD.

Quizás hemos empezado a vivir un poco el SUD cuando hemos empezado a comprender la dureza de realidad de este país. Cuando hemos comprendido que encontrar tres cadáveres en San Nicolás (en la misma carretera por la que cada mañana pasamos), es algo a lo que están acostumbrados. Cuando hemos escuchado tantas historias de la guerra ocurridas apenas 20 años atrás, vividas por todos aquellos que nos las explican, que sentimos el sufrimiento pasado. Cuando vives bajo ciertas condiciones, y sabes que aunque para ti sea temporal, es todo lo que ellos conocen. Quizás hemos empezado a vivir un poco el SUD cuando hemos empezado a comprender el espíritu de este país. Cuando los niños hacen un cometa con dos palos y una bolsa y se pasan la tarde jugando. Cuando una sonrisa sabes que es de felicidad verdadera. Cuando agradeces estar donde estás y poder vivir todo lo que estás viviendo.

Pero me he dado cuenta que vivir el SUD significa mucho más. Es extraño intentarlo plasmar en palabras, pero ayer por la noche, mientras mirábamos las estrellas desde el tejado de casa me di cuenta. Somos una mota de polvo dentro del universo. Aquello que nos diferencia del resto de motas de polvo son nuestras experiencias. Nuestro día a día y aquello que nos rodea es lo que nos hace ser quienes somos. El SUD nos permite reflexionar en cada instante sobre lo que nos ha llevado a ser quienes somos. Permite ser parte de otro mundo que apenas podíamos imaginar tan complejo. No es solo la cultura que nos rodea, son las historias de las personas con las que vivimos. Aprender a verlo todo desde otro angulo te da una perspectiva que espero saber aprovechar al volver a casa.

Y aunque seguimos viviendo momentos sorprendentes, espero poder captar la esencia de cada instante para seguir viviendo el SUD.

Un abrazo desde Papiol remoto!

martes, 16 de agosto de 2011

El Tunco: we all having fun!


Hay lugares en el mundo, no importa el país en el que te encuentres, donde extrañamente consigues desconectar del universo, relajarte, respirar y divertirte. Últimamente caemos sin querer en este tipo de lugares.

Si Utila era el lugar en Honduras, El Tunco es el lugar en el Salvador. Y todos los backpackers y surfers del mundo son plenamente conscientes de esto. Una ruta establecida que ha llevado a parte de Alton’s team a visitarnos este fin de semana.

Viernes por la noche y llegar al hostal La Sombra en el Tunco. Otro hostal de la colección dormir por 7$, que empiezan a tener cierto protagonismo en estas últimas semanas. Botella de Flor de Caña esperándonos. Andrew, Steph, Cyntia, Jesse y Clayton para recordarnos lo que dejamos en Utila. Tazas de desayuno para el copeo. Un bar antes de llegar a D’rocas. Una tormenta tropical. Una pantalla de la cámara rota. Más botellas de Flor de Caña. Un intento de cruzar la puerta de madera de D’rocas. Quedarnos atrapados en el barucho. The watermelon thing. Una gran noche llena de risas.

Y sábado a las 7 de la mañana de nuevo caminando por el Tunco en busca de un café o un gatorade. Bañarse en el pacífico con olas que ponían a prueba el equilibrio, la destreza, la apnea y en algún caso que otro la posibilidad de perder el bikini después de veinte vueltas dentro de una ola como si de un centrifugado se tratara.
Y sin apenas darnos cuenta de nuevo la banda sonora de Alton’s sonando Young, Wild and Free de Wiz Khalifa & Snoop Dog! We all having fun! Birra. Bailar salsa. Batukada. Que nos intenten vender una tortuga a las 2 de la mañana por la calle. Más birra. Limbo con cualquier valla que se cruzara en nuestro camino. D’rocas. Otra más. Tentativas de ir con los Tampa boys a tirarnos por una cascada olvidando nuestro compromiso del domingo con Ondina. Promesas de clases de surf la semana que viene para perfeccionar nuestro arte. Perder las chancletas en D’rocas. Piña colada en el barucho antes de volver a casa. Definitivamente el Tunco is wild.

Una segunda despedida de los chicos de Alton’s. Unos vuelta a San Salvador, otros a Nicaragua, el resto a Utila. Es bueno saber que somewhere/somehow nos volveremos a encontrar.

Hay lugares en el mundo donde ser uno mismo siempre es más sencillo. Donde las preocupaciones parece que no existan. Donde lo más sencillo es sonreír. Parece que hemos descubierto otro de esos lugares en el mundo.

Un abrazo a todos desde Papiol remoto!

lunes, 15 de agosto de 2011

El Salvador ft. Guatemala

Guatemala es color. Si tuvieras que definir en una sola palabra todo lo que te transmite Guatemala, sin duda la palabra es color. Los colores en Guatemala son más intensos que en cualquier otro lugar del mundo.

Cinco días por delante. Fin de semana con nuestros compañeros de ESADE que se encuentran en Guatemala. Muchas ganas de escuchar las mil historias que todos nos tienen que contar. Muchas ganas de reír con cada anécdota, de asombrarnos con cada relato.


Primera parada: Panajachel. Viernes noche honor a los fiestones españoles. Intentar convencernos de que beber en aguas internacionales era la mejor opción que teníamos. Bailoteos y riasas. Sábado surcando el Atitlán y disfutando del sol. Parada en Santiago antes de comer, donde San Maximón nos dejó alucinados a todos. Dejando aparte el nombre (espero que a nadie se le haya ocurrido ponerle Maximón a su hijo por aquellos andares), una mezcla de santo cristiano que se ha visto perturbado por la cultura maya. Pero es que recorrer una callejuela para llegar a una habitación donde la densidad de incienso rozaba lo inrespirable, donde las luces de navidad recubrían un Cristo y una musiquita de postal de navidad no paraba de sonar no era ni de lejos tan impactante como la ceremonia que allí se estaba llevando a cabo. Un hombre poniendo velas cada 30 segundo, hablando sin parar a una figura tallada en madera, vestida con ropas tradicionales, un puro encendido en la boca, y una vez terminados los rezos: inclinar a San Maximón hacia atrás, sacarle el puro, botella de ron y a hacer beber al Santo. ¡La de resacas que debe llevar encima el pobre Santo! Baño en el lago, y que Guatemala decida abandonar a El Salvador después de comer en un hotelito en el acantilado donde no nos hubiera importado quedarnos perdidos (luego se arrepintieron y nos vinieron a rescatar).


Segunda parada: Chichicastenango. Dando gracias a las clases de marketing y a Carles Torrecilla por lo aprendido del arte del regateo nos dispusimos a cargar nuestras mochilas de regalos guatemaltecos. Un dominio de los quetzales algo dudable después de venir de los lempiras hondureños. Un cargamento de artesanía para casa.

Y por supuesto, para finalizar nuestras hazañas, dos días en Antigua para hacer honor a nuestro viaje. Paseos relajados, pasteles, libros, mimarnos un poco.

Cruzar la frontera y todo se convierte en más verde. Llegas a Antigua y las paredes son más llamativas. Caminas por la calle y los vestidos indígenas son de colores vivos. Paseas por Chichicastenango y solo ves colores. Guatemala es sin duda color.

Conclusión de estas pequeñas vacaciones: un montón de experiencias en diez días a lo largo de Honduras y Guatemala que nos hacen volver a El Salvador con la sensación que el tiempo se está esfumando y que dentro de nada nos veremos de vuelta a casa. Días en Utila y Guatemala para recordar una gran ruta por América Central que nos ha dejado con ganas de mucho más.

Un beso desde Papiol ;)

jueves, 11 de agosto de 2011

Paradising Utila: Alton’s family

Te pueden contar maravillas de las “Bay Islands”. Créetelas. Solo que el resto de islas sean la mitad de especiales que Utila, definitivamente las “Bay Islands” son el sitio donde quieres estar si nunca debes desaparecer del mundo.

Utila: el paraíso backpacker del submarinismo y la fiesta. Alton’s Dive Center: la familia en la quieres que te acojan. Nuestros cuatro días en Utila: ni en un sueño hubieran sido más perfectos.

Habitación de cinco en la White House. Hasta que la segunda noche no nos dimos cuenta que la quinta chica con la que compartíamos cuarto era Andrew, el australiano que obligó a Moti a salir de fiesta pese a estar durmiendo desde las ocho, pensábamos que hasta podía ser normal dormir en esa casa con agujeros en el suelo de la primera planta que te dejaban ver la tierra de debajo de la casa. Pero Alton’s es esa gran familia que en menos de 12 horas te consigue robar el corazón y que en menos de tres días te hace querer quedarte para siempre en Utila.

Cada persona que se sienta a tu lado tomando una cerveza en el dock al atardecer te cuenta una historia. Años viajando alrededor del mundo bajo la excusa del submarinismo. Viajes de fin de carrera que duran tres meses o rutas para ordenar una vida. Todos tienen una buena excusa para desconectar del mundo en un sitio llamado Utila. Alguna vez a lo largo de nuestra vida todos tenemos que encontrar nuestro Utila en algún lugar del mundo.
Encontrar la tranquilidad entre paredes de coral en el segundo arrecife más grande del mundo bajo la excusa del PADI Open Water. Estar a 18 metros bajo el océano, en el borde del arrecife. Mirar hacia el horizonte y ver la inmensidad azul. Mirar hacia arriba y no distinguir la superficie. Relajarse y disfrutar de todo aquello que el mar nos guarda. Es una sensación que relaja tanto. Y es que 6 billones de personas viven en el 30% del planeta, el resto es para nosotros.

Pero mejor aún que cualquier inmersión fue el atardecer en el que un grupo de delfines entró en la bahía. Todos al barco con gafas de snorkel y saltar en medio de la bahía. Los delfines jugando a apenas dos metros de tu mano. Verlos pasar por debajo y dar vueltas a tu alrededor, y no porque estén domesticados, sino porque realmente les apetece jugar contigo. Te transmite una sensación de felicidad que cuesta de explicar.
Otra historia distinta es la noche en Utila. Es otro espíritu. Tumbarse en las hamacas del dock mientras Julian canta “Save tonight” de Eagle Eye Cherry esperando para salir, con la cerveza en la mano y un millón de estrellas sobre la cabeza es el aperitivo para garantizar una gran noche en la isla. Para cada noche existe el ambiente idóneo para disfrutar la fiesta. Lady’s Night en una azotea con los temazos del momento. El dock de Tranquila Bar con reggaetón desde el que los afectados por tequila's night se tiran al mar, mientras te ríes entre birras con los amigos. Y el Treetanic, la discoteca sobre el árbol que parece una mezcla del Parc Güell y Alicia en el País de las Maravillas. Nuestro descubrimiento de la última noche y la curiosidad por comprobar en un futuro como saldríamos de ese laberinto en caso de pasarnos con el número de copas.

Utila es un lugar en el que hay hombres con loros en el hombro que van en bicicleta. Es una isla donde ni los hondureños hablan español. Utila es dónde existen cuatro grandes mentiras: "I'm not going out tonight", "Just one drink", "I'm taking the 6am ferry" y "I love you". Es el sitio donde el tiempo se detiene, y a la vez vuela. Utila es mucho Utila. Pero sin Alton’s Dive Center y su gente es imposible ser capaz de captar la esencia de Utila. Pues para convertir Utila en el paraíso es imprescindible formar parte de esa gran familia que es Alton’s.

Se echa de menos Papiol ilocalizable...

miércoles, 10 de agosto de 2011

Del ryanair al jet privado de los autobuses

San Nicolás – San Salvador – La Ceiba – Utila – La Ceiba – San Pedro Sula – Copán Ruinas – Antigua Guatemala – Panajachel – Santiago – San Pedro – Panajachel – Chichicastenango – Antigua Guatemala – Guatemala City – San Salvador – El Playón.

10 días. 3 países. 6 autobuses. 4 shuttles. 3 barcos. Mil sonrisas. Un millón de historias. Un gran viaje.

Pero ya tendréis tiempo de leer nuestras historias en Honduras y Guatemala. En esta entrada del blog queremos explicaros nuestra experiencia ante la aventura de utilizar el transporte en Centroamérica. Y es que un total de 47 horas entre autocares, furgonetas y barquitos no tiene desperdicio. Hemos sufrido desde el ryanair de los autobuses hasta el jet privado de los autocares.

Nadie, y cuando digo nadie es nadie de verdad, nadie puede explicar lo que es realizar el trayecto de la ruta 302 del Salvador y transmitir al 100% la experiencia vivida. Un autobús de high school americano jubilado. Pintado de todos los colores posibles, santuario sobre ruedas dedicados al Barça y a Dios. Excediendo por supuesto cualquier ley que regule el número de personas en un automóvil y dejando un rastro de humo negro por todo el camino. Subirse y bajarse en cualquier punto de la carretera con la ayuda del revisor, ya que apenas se para ante cualquier persona que realiza la señal establecida por la carretera. Una vez acomodado en el interior el espectáculo empieza. Si alguna vez nos hemos agobiado cuando en Ryanair parece que quieran vendernos la luna, es que no habéis subido al autobús de la 302: definitivamente pretenden venderte el universo entero. En dos viajes de hora y media hemos visto pasar ante nosotras vendedores de quesadillas, helados, caramelos, zumos, refrescos, pepinos,… a dólar o a cora. Aunque los mejores han sido los grandes vendedores poniendo en práctica el SPIN aprendido en Marketing Channels: el planteo ante la posibilidad de no poder leer los carteles de lejos o de acabar el día cansado que se derivaba en la catastrófica posibilidad de quedarse ciego o de tener un derrame cerebral. Siempre nos venden la gran solución por el módico precio de un dólar (en promoción especial, por supuesto): colirio de zanahoria o comprimidos de vitaminas. Lectura de la prensa para que compremos el periódico. Discurso conmovedor para comprar regaliz. Un bombardeo de información que casi provoca que Marta quisiera comprar un librito de introducción a la informática (imágenes del Windows 95) o de leyendas del Salvador a 50 céntimos de dólar… ¡Un chollo!

Un autocar lleno de salvadoreños camino a la Ceiba. Doce horas intentando dormir por una carretera hondureña que creo que no podía tener más curvas. Sentadas al lado del baño y un shift de Airwik que ambientaba el aire cada 15 minutos.

En el otro extremo: viajar con primera clase en Hedman Allas o la vuelta a casa con Pullmantur. ¡El jet privado de los autocares! Ojalá el vuelo de Miami a Frankfurt que nos espera de vuelta a casa fuera a ser la mitad de cómodo.

El ferry a Utila, otra historia. Hora y media encerradas en una cabina condenadas a sufrir los mismos vaivenes que el barco pirata de Port Aventura ponían a prueba el estómago de cualquiera. Suerte que el paseo por el Atitlán fue de lo más placentero bajo el sol guatemalteco.

Última gran experiencia: los shuttles. Furgonetas con todo nuestro equipaje atado en el techo bajo amenaza de lluvia y de que el zurcido de la mochila de Moti no aguantara la presión.

Hemos sufrido en cada trayecto por si algo no salía según lo esperado. Pechos capitalizados, pasaportes escondidos, una cartera falsa preparada por si nos atracaban. Pero todo ha salido según lo planeado. Todo. Hemos disfrutado de las comodidades del jet privado de los autocares y nos hemos reído con las situaciones irreales del ryanair de los autobuses.

Definitivamente, los 4 nuevos sellos en nuestro pasaporte son la garantía de todos los kilómetros recorridos por Papiol.

viernes, 29 de julio de 2011

¿Pero no es Claudia?

En ocasiones te encuentras con personas con las que no puedes evitar encariñarte. Después de una primera semana en viviendo en casa de Carlos y desayunar cada mañana con la pequeña de la casa, ha sido inevitable tomarle un cariño especial a Claudia.

Claudia es una pequeña de ojos alegres. Por la mañana es la primera en empezar a desayunar y la última en terminar. Abrazada a su peluche, sentada en la mesa, cada noche mientras nos quedamos haciendo sobremesa, se nos queda observando con mirada curiosa, y nos sonríe al mirarla. Mata chicotes para evitar que Marta grite. Se queda a mi lado observando las estrellas por la noche y nos espera para abrir la puerta cada atardecer.

Esta segunda semana su timidez ha ido desapareciendo. Quizás gracias a la magdalena del Wall-Mart o a los caramelos que le trajimos el fin de semana. Quizás por nuestra insistencia a que nos cuente cosas. Nos explica los cuentos que debe leerse para exámenes de lengua, nos enseña los exámenes que le hace a su niñera (la adorable Chave, que es como la abuelita de la casa), y hasta se aprende el baile de Danza Kuduro de English Summer. Nos queda Claudia para rato, y nos encanta! Nos obliga a estar atentas cuando nos habla con su acento salvadoreño cerrado y reír en todo momento. La echaremos tanto de menos cuando volvamos a casa...

Por cierto, nuestra pequeña Claudia ha resultado no llamarse Claudia. Y es que le preguntaba a su padre porque las chicas de Barcelona la llamaban Claudia, si se llama Ceci. Y es que las chicas de Barcelona son un desastre con esto de que cada uno tenga dos nombres, y teniendo en cuenta que la hermana mayor se llama Claudia Abigail, rebautizamos a la pequeña como Claudia sin consentimiento del obispado. ¡Pero tiene cara de Claudia! Aunque nos estamos esforzando con lo de llamarla Ceci.

Última noche en la Sabana. Mañana por la noche empezamos vacaciones: destino Utila. Bucear, fiesta, encontrarnos en Guatemala con nuestros compañeros... Conclusión: desaparecer del mundo hasta el 10 de Agosto. Objetivo: volver con mil historias para contaros.

Un abrazo a todos desde Papiol remoto, nuevo destino Papiol ilocalizable.

miércoles, 27 de julio de 2011

Somos 'lempitas'

Hace tres semanas ninguno de vosotros se creía que Marta y yo fuéramos a ser capaces de sobrevivir en estas condiciones. Si en 'betfair' hubiesen publicado una apuesta sobre nuestra supervivencia en el Bajo Lempa, todos hubieseis apostado por nuestra rendición. ¡Pero lo hemos logrado! Dos semanas y media después podemos decirlo: somos lempitas. Después de esto, participar en Supervivientes sería como jugar al parchís para nosotras.

¿Cómo hemos determinado nuestra condición de 'lempitas'? Sencillo. Cuando hemos aprendido a ducharnos con cazos de agua de la lluvia cada noche, rodeadas por cucarachas. Porque el secreto está en cerrar los ojos y no ver que están allí (Moti no acaba de ver claro el truco). Cuando hemos aprendido a levantarnos a las 6h30 cada mañana sin rechistar pese a ser de tardes y estar acostumbradas a que nuestro despertador suene a partir de las 10am. Cuando hemos aprendido a cenar bebiendo jugo o limonada, pese a los dos kilos de azúcar moreno que le da un tono sospechosamente marrón. Cuando hemos aprendido a dormir con mosquitera sin levantarnos por la mañana enredadas como si de una telaraña se tratara (estoy acabando de dominar la técnica, un par de noches más y problema solucionado). Cuando hemos aprendido que atropellar perros por la carretera es un hobby nacional (pero es que estos perros están atontados y no se apartan). Cuando hemos decidido que no nos iremos de aquí sin probar la sopa de garrobo. Y sobretodo, cuando hemos comprendido que te puedes levantar con un día soleado, que por la tarde se te caiga el cielo encima en un concurso de truenos gentileza de la tormenta tropical y que esa misma noche buscar las siete obejitas entre las estrellas del cielo.

Nuestra condición de lempitas es definitiva. A nuestro alrededor no paran de suceder cosas que hace dos semanas os explicábamos medio aterrorizadas medio sorprendidas. Ahora se han convertido en nuestro día a día.

Aunque nuestro día a día sigue dejándonos perlitas que nos hacen reír a carcajadas al recordarlas. Sin ir más lejos, ayer por la noche realizamos nuestra primera compra que bautizaremos como 'mercado-auto'. Desde el coche, Carlos compró un saco de alimento de vaca en el supermercado de la carretera. En el momento de dejarlo en la parte trasera del coche, Moti estuvo a punto de protagonizar 'el momento en que una niña fue aplastada por un saco', pero un grito de último momento avisando de su presencia la salvó de acabar cubierta de comida para vaca lechera. Hubiese sido un momentazo, pero para eso existe la imaginación.

Somos lempitas. Y estamos orgullosas de ello. Quizás no acabemos adoptando un sapo, pero está claro que nuestro proceso de adaptación se ha completado satisfactoriamente.

Un besazo enorme desde Papiol muy muy remoto.

lunes, 25 de julio de 2011

Mil millones de estrellas

Creo que ni en el planetario del CosmoCaixa se ven tantas estrellas como en el cielo de la Sabana. Es realmente impresionante. Me podría pasar horas con la cabeza levantada mirando las estrellas. Cada trocito de cielo es un universo. Y lo mejor de todo: la idea de que en ese mismo instante puede haber alguien buscando la estrella polar o contemplando la via láctea en otra parte del mundo, y estar viendo casi lo mismo que yo en el cielo, me fascina.

Y es que poco a poco este pequeño país nos está enamorando. ¡Cabal que nos fascine! Si hasta estamos empezando a hablar como ellos. Porque os lo juro, aunque todos hablemos español, no hay forma de que sea el mismo idioma esto que se habla aquí y lo que nos enseñan en la escuela. “Ni modo” para mostrar resignación, “como no” para decir por supuesto, “cabal” cuando algo está muy claro, “chivo” para referirse a algo guay,… y por supuesto la clase de nombres de hortalizas impartida a la hora de cenar: empezando por el güisquil y una serie infinita de nombres que no habíamos escuchado en nuestra vida. Una lección de lengua indígena de El Salvador nos ha dejado con ganas de escuchar esta extraña lengua hablada entre habitantes de Izalco, uno de los pocos pueblos de este país donde aún se conserva un lenguaje encriptado por la magia del tiempo.

Aunque ya hemos podido saborear un aperitivo de la esencia de estos pueblecitos en la Ruta de las Flores. Artesanía y quizás un poco demasiado de enfoque turístico en las pequeñas aldeas con un encanto especial que conforman la llamada Ruta de las Flores, aunque las únicas flores que viésemos fueran las pintadas en las farolas. Un domingo tranquilo antes de volver al Playón.


Una despedida de San Salvador digna de enmarcar. Después de cenar subimos a uno de los miradores del volcán a tomar chocolate caliente. La vista de todas las lucecitas de esta maravillosa ciudad donde vive la mitad de la población del país: impresionante. Pero me temo que el protagonista fue el chocolate caliente. Y que alguien me explique la extraña costumbre en este país de hacer chocolate caliente con agua en vez de leche. ¿Qué no se dan cuenta que queda aguado? No hay manera de que lo entiendan. Ante la negación de Moti y mía de acabarnos el vasito de chocolate aguado, decidimos bajarlo hasta casa. Y al subiros al coche: ¡fuente de chocolate! Y es que Marta tiene unas luces. Habiendo posavasos quien deja un vaso en el salpicadero… Aroma a chocolate para los próximos 2 años, gentileza de Moti.

Vuelta al Bajo Lempa con expectativas de vacaciones la semana que viene. Buceo y fiesta en Utila, what else?

Un abrazo desde Papiol remoto!

sábado, 23 de julio de 2011

Muchos volcanes y pocas flores

Una de las cosas que hemos notado después de dos semanas aquí es que El Salvador, siendo uno de los países más pequeñitos de América, contiene en él un millón de contrastes. Y es que en muchos sentidos te encuentras dos mundos dentro de un mismo país. Hay tantas diferencias sociales, políticas y culturales, que a veces se hace difícil creer que estemos en los mismos veinte mil kilómetros cuadrados.

Otro ejemplo de ello es la geografía. Los dibujos que salían en los libros de Sociales de primaria donde a la vez salía un mar, un río, un golfo, una isla, una montaña, un volcán, un bosque y una cascada estaban seguro inspirados en este país. En ninguna otra parte del mundo hay tanta diversidad geográfica como en El Salvador.


Si la semana pasada nuestro fin de semana discurría en una playa desierta del Pacífico, este fin de semana centramos nuestra historia en un lago en el cráter de un volcán. Y todo ello siempre a menos de dos horas de la capital.

Viernes al atardecer, para no perder la tradición tormenta en San Salvador. Todas las bolsas preparadas para encaminarnos hacia el rancho de Ernesto, profesor de la UCA y amigo de Gerardo, en Ilopango. Un 4x4 estacionado en la puerta de casa de Ondina. Dudas de último momento, y mi firmeza por irnos esa misma noche. 2-4-2, y no es la alineación de un equipo de fútbol con demasiadas bajas. Así íbamos distribuidos en las tres filas de asientos del coche. Si el conjunto con las bolsas no era suficiente lata de sardinas, una incorporación en el equipo de última hora nos hizo poner en práctica todos los conocimientos de tetris que un día adquirimos delante de la Game Boy. Íbamos tan encajonados, que a cada bache del camino hasta el rancho saltábamos en bloque para chocar contra el techo.

Un grupo peculiar: las seis niñas de ESADE (los chicos se han quedado el fin de semana en Meanguera), Gerardo “”big bro”, Pamelotronix y Ernesto, nuestro anfitrión. Pollo Campero para cenar (¡al fin probábamos el famoso Pollo Campero! Cumpliendo expectativas). King’s Cup. Pictionari protagonizado por Moti interpretando magistralmente “descarga eléctrica” y yo gritando “que te parta un rayo”, “morir por un rayo”. Cultura chupística. Y el grupo más “on fire” hasta las 5 de la mañana dándolo todo.

Un sábado soleado. Desayuno en la terraza con vistas al lago. Tostarnos al sol, incluso chamuscarnos un poquito y excursión en lancha para contemplar las maravillas de Ilopango.


El momentazo del día: poner a prueba nuestra integridad física en parejas en el flotador detrás de la moto de agua de Ernesto. Creo que en nuestras vidas hemos hecho tanta fuerza con los bíceps con la intención de evitar salir volando en cada curva. Conclusión del día: hemos conocido gente realmente peculiar durante estas últimas dos semanas, pero Ernesto se lleva la palma. Sus “¡es correcto!” entre trago y trago jugando al pictionari, una reunión en la UCA sin haber dormido y su peculiar forma de seguir siendo joven pese a poder ser nuestro padre aportan a este personaje una peculiar personalidad que no tiene desperdicio. Un personaje en toda regla, que nos ha hecho pasar un fin de semana lleno de risas.

Compras en Wall-Mart (dentro de poco nos harán el VIP). Querer ir al cine y acabar arrasando Zara a las 10 de la noche. Y un atracón de pasteles y chocolate con mashmallows antes de acabar el día.

Un beso desde Papiol civilizado.

jueves, 21 de julio de 2011

Desayunando con Yoyo

Comprobado: una prolongada exposición al Bajo Lempa provoca estado de locura, en ocasiones irreversible.

Nunca me han gustado las tormentas, lo admito. Me muero de miedo cada vez que el cielo se ilumina con un relámpago. Me estremezco con cada trueno. Pero las tormentas tropicales del Bajo Lempa se están llevando la palma. Cada atardecer, después de un día soleado y con un calor insoportable, se nubla el cielo. Cuando oscurece, el perfil de los árboles en el horizonte se perfila cada pocos minutos. El cielo se ilumina como si de una sesión de fotos se tratara. Es precioso, pero acojona. Un rayo a pocos kilómetros y el estruendo más fuerte escuchado en años. Ayer sonó un trueno tan fuerte que cuando Carlos y Ceci aparecieron en la puerta preocupados por mi unos segundos después, yo estaba totalmente paralizada. Moti tampoco se salvó de un buen susto. Después de luchar mentalmente contra una cucaracha en el baño y ser rescatada por Abigail, mientras se duchaba tuvo que sobreponerse al miedo a morir electrocutada. Y es que el estruendo del trueno fue tal que Marta sufrió por si se electrocutaba entre cazo y cazo de agua fría. Suerte que llevaba sus zapatillas de goma con la flor azul. Creo que me estoy acostumbrando a las tormentas. O más me vale, pues aún me queda mes y medio de sesiones de hardcore nocturnas.

Los problemas de vestuario están empezando a salir a la luz. Nuestra colección de harapos está empezando a pasar a formar parte de la ropa sucia, y empiezan a quedar solo los conjuntos monos, que obviamente con botas de montaña o deportivas quedan un tanto peculiares. Creo que será necesaria una visita a Wall-Mart en breves.

Pero el momento del día ha sido nuestro desayuno con Don Yoyo. Yoyo es el lorito verde al que Claudia está enseñando a hablar. Pero es que ya le ha enseñado a comer en la mesa. Hoy durante el desayuno Yoyo nos ha deleitado con sus gráciles movimientos por la mesa, mientras ayudaba a Claudia a acabarse su bol de choco-crispies. Un auténtico espectáculo de pájaro.

Hemos presenciado una reunión con el comité de mora al más puro estilo juzgado americano. Un moroso que pretendía renegociar el plazo de pago, sentado en el “banquillo de los acusados”, siendo interrogado por todo el comité. Un tanto peculiar.

Finalmente una excursión a la gasolinera en busca de nuestra dosis vital de Twix. Una pickup de la policía que pasa a nuestro lado y nos dice “¿Pero ya las robarán?”, una respuesta entre risas “No hombre, no”. “Igual las vigilamos”. Cincuenta metros más adelante, supongo que cansados de conducir a nuestro ritmo se han ofrecido a acompañarnos en coche los 200 metros de camino que quedaban. Ya sabemos que pase lo que nos pase, en San Vicente siempre tendremos a la policía de nuestro lado.

Mañana ya volvemos a la civilización. Este fin de semana toca montaña. Misión: aprendernos de memoria los 14 volcanes del Salvador. Por ahora con Chaparrastique ya tenemos suficiente

Un abrazo desde Papiol muy remoto.

miércoles, 20 de julio de 2011

The show must go on!

Sonando en modo repeat en nuestro ordenador la banda sonora del anuncio de este año de Estrella Damm. 'I wish that I could see you soon...', una y otra vez. Supongo que una parte de nosotras relaciona estar en verano con el anuncio, mientras la otra parte echa un poco de menos aquello que hemos dejado en casa. Pero nuestra historia en el Bajo Lempa sigue sin pausa y con muchas risas.

Nos contaron una vez que cuando la temperatura ambiental es igual o superior a la corporal, los ventiladores dejan de tener efecto. Llevamos dos días en los que o se cumple aquello que nos dijeron o nos hemos vuelto insensibles a los ventiladores. Marta directamente ya ni conecta el suyo. Al menos hace un solazo que nos está dejando un bonito bronceado con solo sentarnos diez minutos en la puerta del comedor cada día, antes de comer.

Entre nuestra dieta y este calor, volveremos a España que ni Heidi Klum. Y es que una dieta basada en pollo a la plancha, ensalada, fruta y arroz, en cantidades dudosamente proporcionales a nuestro consumo habitual es probable que nos permita lucir cuerpazo dentro de dos semanas en Honduras. Suerte que tenemos una buena reserva de Skittles para asegurar nuestro culo salvadoreño.

Y recordar que siempre nos quedará una ducha a cazos de agua al llegar a casa. Pues el agua corriente en la Sabana puede utilizarse de 6 de la mañana a 6 de la tarde. Al menos, de este modo, ahora apreciaremos más el agua caliente que sale de nuestras duchas al llegar a Barcelona, como dice mi madre.

Pero eso sí, nunca nos perderemos en el camino desde nuestra habitación hasta el baño. Pues de noche las luciérnagas del jardín marcan la zona, como si de la pista principal del Prat se tratara. Y el loro al que Claudia (la pequeña de la casa) está enseñando a hablar, en cualquier momento soltará: “a medio metro, gire a la derecha”, como si fuese el GPS del coche.

Marta se ha apoderado de un Flit y ha fumigado toda la habitación. Esta mañana hemos pasado de estar en el Natural History Museum al Natural History Cemetery, pues la colección de bichos muertos en el suelo era considerable. Además, Moti ha desarrollado una gran capacidad de detección y aniquilación de mosquitos, lo que me preocupa teniendo en cuenta que ha dormido toda la noche a 10 centímetros de una araña (separada por la mosquitera, si no se muere, está claro). Creo que durante el transcurso de la noche puede haberla picado y de aquí sus nuevas habilidades Spider(wo)man.

Aunque con el afán en este país de atropellar animales, me preocupa la integridad de nuestra nueva chica arañita. Pues Carlos, por muy buen hombre que sea, nos ha confesado ser otro de los denominados “asesinos en serie” de animales. Incluso nos confesó haber pasado por encima de un perro con nosotras dentro del coche (pasando a ser plenamente cómplices de asesinato). Espero no tener que acabar defendiendo nuestra inocencia ante la WWF.

Se os echa de menos desde Papiol muy remoto.

martes, 19 de julio de 2011

ZOO en la Sábana

La Sábana. ¿Y qué íbamos a esperar con este nombre? La Sabána es como se denomina el conjunto de casas donde se encuentra la de Carlos, es decir: nuestro nuevo hogar.

Después de un día en el Playón, donde Jose nos desveló uno de los grandes enigmas que nos rodeaba: la cabra/chivo es cabra cabra, fuimos a nuestra nueva casa. Pero detengámonos un momento en Lola. Y es que ayer, creo que en parte a causa de ser solo dos en el Playón al abandonar a Clara y Adriana en Tecoluca, nos dedicamos a bautizar a algunos de los residentes de la cooperativa: Ariadna (segun Moti, nombre de modelo) es la perrita esquelética que nos persigue por toda la cooperativa ya que Marta se dedica a darle los huesos del pollo cada vez que acabamos de comer. Y Lola: la cabra, que creo que nos odia un poco... porque nos mirar raro cuando vamos a verla, estoy convencida que se pondrá a bailar un zapateado al más puro estilo flamenco en cualquier momento.


Una rara conversación con Mauricio y con Jose sobre gente que había muerto en el Bajo Lempa chamuscados por un rayo (ya van tres desde enero) que ha confirmado mi firme decisión de no salir de casa si hay tormenta por aquí, fue la guinda de un día de lo más insípido.

Pero nuestro nuevo hogar tiene delito. Yo ya no se si es que me estoy volviendo lempita (no se como deben denominar a los habitantes de aquí), pero creo que nada de lo que ocurra a mi alrededor va a alterarme. Aunque Marta lo está pasando un poco mal. Y es que una vez entras en casa, ver la colección del Natural History Museum de Londres en vivo y directo mires donde mires no creo que sea del agrado de demasiados. Escarabajos, mosquitos, arañas, cucarachas, polillas, hormigas,... de diferentes tamaños, colores y especies: un paraíso para un estudiante de ambientales o de biología, pero nunca para un par de niñas de Esade (por poco quisquillosas que seamos).

Mi periodo de adaptación ha sido realmente rápido: sin duda sobreviviré. Moti está trabajando en ello. Creo que ya le ha cogido cariño a su mosquitera (lo dije, todo era cuestión de roce). Pero no creo que a base de roce llegue a coger cariño a los bichos.

Es cuestión de tiempo que bauticemos también a toda la fauna con la que convivimos en casa. Os los presentaremos a todos, no sufráis. O cuestión de tiempo que Marta consiga una moto y se fugue a Nicaragua (atentos por allí). Pero sobreviviremos, siempre lo hacemos.

Un abrazo desde un Papiol cada día más parecido al zoo.

lunes, 18 de julio de 2011

Banda sonora: Taboo

Ya hemos vuelto a instalarnos en el Playón, Bajo Lempa. El calor pegajoso y los dos kilos de antimosquitos que nos hemos tenido que poner al bajar del coche para evitar el ataque masivo de los zancudos así nos lo indican. Nos queda una semana por delante, con ganas de trabajar y con mil cosas que contar, pues hoy nos instalaremos en nuestra nueva casa. Además esta semana ya no estamos con Adriana y Clara, que nos han abandonado para quedarse en la "civilización" en Tecoluca, con su nuevo proyecto.

Pero el fin de semana en San Salvador ha dado mucho de sí. Hemos podido recargar pilas, relajarnos y sobretodo, reírnos mucho.

Despues de un viernes por la tarde tranquilo salimos de fiesta a Multiplaza. Y es que en San Salvador suelen salir de fiesta en los mismos centros comerciales donde por la tarde te peleas con el tendero de Tigo (compañía teléfonica) para que te venda un USB con internet sin que te cueste un ojo de la cara. Jarras de chupitos antes de entrar en la discoteca y una vez dentro, darlo todo en cada temazo de reggeaton como si fuera el último baile. Ramiro, el hijo de Ondina, fue nuestro gran anfitrion, pues es un experto cuando se trata de fiestas. Su séquito: un seguro a que no pudieramos aburrirnos. Creo que Raquel no había descubierto sus movimientos latinos hasta que fue obligada a ser la estrella de la pista por uno de ellos.

El sábado tuvimos un encuentro con el Padre Andreu, rector de la UCA. Este mossèn catalán que después de catorce años en El Salvador, tiene un deje latino en su castellano con acento de "la nostra terra", se encargó de mostrarnos la universidad y de relatarnos los sucesos que el 16 de septiembre de 1989 marcaron la historia de la UCA. A veces nos sorprende la importancia que le dan al recuerdo de sucesos como el asesinato de Monseñor Romero o de los seis jesuitas de la UCA, y lo fácil que cierran los ojos ante las víctimas que la actual guerra de cárteles y maras se está cobrando. No es que se deban pasar por alto los asesinatos de esa guerra pasada, ni mucho menos. Pero debería servir, todo ello, para luchar con más fuerza ante las injusticias actuales.

Compras en Wall-Mart y Harry Potter, acabaron de configurar un sábado pacífico, con grandes expectativas ante nuestros planes de playa del domingo.

Último día antes de volver al trabajo y Moti obsesionada en que va a volver de El Salvador más blanca que si se hubiera pasado todo el verano encerrada en la biblioteca. La solución: domingo de playa.

Toda la troupe encajada en dos coches camino a la Costa del Sol. Con este nombre yo también esperaba Benidorm en el camino, ya que nos habían avisado de que es una de las zonas más turísticas de El Salvador. Pero al llegar la gran sorpresa fue la tranquilidad del rancho y una playa desierta ante nosotros donde las olas del Pacífico jugaban a destrozar nuestro equilibrio. Ha quedado demostrado que las mejores playas no son siempre las de aguas más azules.


Esponsorizados por Pilsener, un gran día de sol y playa con siesta incluida en las hamacas y una vuelta a casa que puso a prueba la paciencia de Gerardo: Moti y yo, con antojo de comer coco, nos pasamos 15 minutos dentro del coche repitiendo de forma sistemática la palabra "coco" con intervalos de tres segundos, como si fuéramos niñas de cinco años.

Pupusas para cenar y un sueño reconfortante antes de volver a nuestro querido Bajo Lempa, a sabiendas que siempre nos quedará el mar. Un beso desde Papiol de nuevo bastante remoto.


domingo, 17 de julio de 2011

Mauricio, el asesino en serie

Ya en San Salvador se ha tranquilizado todo un poco. Ducha caliente para sentar la cabeza. Tarde de viernes tranquila pintándonos las uñas, hablando por skype y comiendo oreos. Rutina perfecta para sentirnos como en casa. Por la noche copas y bailoteos con todos. Imprescindible para sentirnos en la civilización.

Pero el camino desde el Playón, pasando por Tecoluca donde Clara y Adriana se quedarán a partir de la semana que viene, fue de los momentos más divertidos del día. Creo que llevábamos días sin reír tanto.

Nuestro protagonista del día: Mauricio. Mauricio Orellana es nuestro jefe en Cordes y nuestro conductor personal en la ruta San Salvador – el Playón. Hasta el momento nos parecía un tipo peculiar. Siempre está de acuerdo con nosotras y parece no enterarse demasiado de lo que pasa a su alrededor. Pero la conversación de dos horas encima de la pick-up hasta San Salvador fue muy graciosa.

Una confesión por parte de Mauricio al explicarle que habíamos chafado un sapo de camino a casa: “Soy un asesino en serie” desencadenó una conversación de lo más surrealista. Después de decirnos haber matado un caballo, dos vacas y siete u ocho perros acabó confesando el crimen de dos búhos y un cerdo, también. Detalles de algunos de sus crímenes incluidos. Cuando mató al caballo, se le rompió el cristal, y el caballo se quedó encima del capó, medio dentro del coche. En el caso de las vacas, la pick-up se había quedado encima de las vacas. Marcha atrás y darse a la fuga para que el propietario no se enterase. La mejor historia, el cerdo. Volviendo de una reunión en otro pueblo, con un compañero de Cordes, mataron un cerdo. Lo pusieron en la parte trasera de la pick-up, y al llegar al playón se lo comieron. Surrealista, todo ello repitiendo constantemente: “Tengo un récord de matar animales. Soy un asesino en serie de animales”.

Además, de camino a San Salvador, por la carretera, te encuentras varios carteles con anuncios de Dios. Al preguntarle quien pagaba por esos carteles su respuesta nos dejó estupefactas: “Pues imagino que será Dios, ¿no?”. La gran historia del restaurante de su amigo, cuya especialidad son los perros y la gran respuesta a la frase “pues sino coges el bus” (coger en estas tierras tiene connotación sexual), que fue “si hayas por donde, ándale”.

Quedan muchos viajes al Bajo Lempa y Mauricio para rato, así que no os defraudaremos con sus historias.

Un beso desde Papiol civilizado.

viernes, 15 de julio de 2011

Octavio "Octavancio" y otros personajes

O nuestro alrededor se ha tranquilizado un poco o es que ya nos hemos acabado adaptando al entorno de forma extraordinaria. No ha habido cocodrilos ni tormentas tropicales en nuestra historia estas últimas horas, cosa que agradecemos.

Nuestros estudios sobre cabras/chivos se han visto ampliados a la discusión de sapo/rana y al sonido de copulación de la iguana. Os mantendremos informados de nuestros descubrimientos propios de estudiantes de ambientales.


Pero que nuestra historia esté evitando que nos coja un ataque al corazón (al ritmo que llevábamos, nos quedaban apenas 48 horas de vida), no significa que no tengamos cosas que contaros. ¡Al contrario! Pues en cuatro días en el Playón hemos tenido el gusto de conocer a grandes personalidades que nos encantaría presentaros. Es importante remarcar que la gente en El Salvador es muy amable, y que siempre están encantados de conocerte con una sonrisa en la cara. Entre todos los personajes que nos hemos cruzado podríamos destacar tres de ellos, cada uno con sus peculiaridades.

Carlos, el gerente del Roble, y a partir de la semana que viene nuestro casero (o eso creo). Es la persona más trabajadora del Salvador entero. Llega a la oficina a las 7h30 y hasta las 18h no sale. Puntual como pocos, se caracteriza por su humor particular. Y es que ya nos ha dejado algunas perlas, que nos tomamos a broma, hasta que serias le preguntamos “¿Pero de verdad?” y recibimos su respuesta “Sí, sí, de verdad”. Encontrar cocodrilos y mapaches en nuestras cabañas o empujar el autobús si se queda atascado en el barro. Pero los dos momentos estrella han tenido a Moti y a los perros como protagonistas. “Me he dado cuenta que no hay perros flacos, aquí”, respuesta de Carlos: “Claro, porque si no se los comen”. “Mi perro es el típico que se queda parado en medio de la carretera”, respuesta de Carlos: “Pues yo lo sacaba de en medio (atropellado)”. Siempre entre risas, ¡pero nuestra cara de “what?” es épica!

Por otro lado tenemos a José, apodado cariñosamente por nosotras como “Pepito Grillo”. Cuando Adriana le preguntó cúal era exactamente su trabajo él muy serio nos contestó: “Abrir y cerrar la puerta de El Roble”. Este hombrecito de 32 años, que admite aparentar 15, es el que supuestamente garantiza la seguridad de la microfinanciera. Cumplidor meticulosos de su trabajo, abre la puerta y saluda a cada individuo que decide cruzar la puerta con una gran sonrisa en la cara. Dos grandes momentos hemos vivido junto a él. Después de comentarnos que se iba a casa con su familia, Clara y Adriana le preguntaron si su familia significaba padres o hijos. Nunca hemos visto a un hombre más orgulloso al contestar: “Con mi mujer y mis hijos, que yo ya tengo familia” (acompañado del signo de victoria en su mano derecha). Pero la cara de susto que le dejamos cuando decidimos ir a la gasolinera a 300 metros de la cooperativa y al decirnos que no podía venir con nosotras porque tenía que quedarse vigilando la puerta nuestra respuesta fue “pues si no volvemos en 3 horas, le dices a Carlos que nos busque un poquito, por si nos han secuestrado” fue digna del APM?



Finalmente nuestra estrella de esta semana: Octavio “Octavancio” conocido en el mundo entero por su teoría de la capitalización. Octavio, el Nuñez del Salvador, complementado con mujer y dos hijos, es el dueño, gerente y chef del Hostal Bajo Lempa. Aunque sea nicaragüense, esto no lo exime de su locura. Conocido por la comunidad por su mala leche, dice ser querido por todos, y es que en el fondo creo que hasta nosotras le hemos cogido cariño.

Empecemos por la denominada “Teoría de la Capitalización”. Dicha teoría sostiene que para garantizar el buen servicio a sus clientes debe cobrar por adelantado dos meses de estancia a precio de oro. Pretendiendo cobrarnos 300$ al mes a cada una, cuando el precio a los cooperantes de Madrid con el mismo régimen era la mitad, Octavio pretendía convencernos de que nuestros platos (idénticos a los demás) costaban el doble. Podemos tener cara de ingenuas, pero tontas aún no somos. Y teniendo en cuenta que una cabaña al otro lado del río costaba 1 dólar al día y que comer en el Playón nos costaba 2$ por persona, con dos meses de estar en el Hostal Lempa Mar (recordemos: cabaña con mosquitera rota, que se moja si llueve, ducha de agua fría y sin cobertura con ninguna compañía), el año que viene Octavio hacía una remodelación que dejaba el hostal como un resort cinco estrellas.

Pero, ¿qué podemos esperar de un hombre que le habla de usted a su perro pero no cura al perro del vecino, o que hace la misma cara de Nuñez del Crakovia cuando le pedimos postres al acabar de cenar?

Peculiaridades de un país que nos sorprende cada día. De una zona a la cual nos vamos adaptando, y que cada día cogemos más cariño. Y es que todas ya hemos cambiado en el Facebook nuestra “current city” como el Playón/Tecoluca, El Salvador.

Ahora vamos hacia San Salvador a pasar el fin de semana. Ondina nos espera para que le contemos todo lo vivido y mimarnos como necesitamos. Nosotras esperamos un fin de semana con Harry Potter, fiesta y playa, ya que si sigue haciendo este buen tiempo será seguro un gran fin de semana.

Un beso desde Papiol remoto, pero hoy soleado!



jueves, 14 de julio de 2011

Por chafar un sapo, me llamaron matasapos.

Creo que nuestro grado de locura empieza a sobrepasar ciertos límites: estudiar una cabra durante quince minutos y tener una discusión con Moti para determinar el sexo de ésta en base de sus objetos colgantes, hablando en plata: ¿cojones o tetas? puede ser preocupante. Tampoco queremos preocuparos, pero un seguimiento de cerca de nuestros actos y algún aviso en caso de irregularidad serán bienvenidos.

Las últimas 24 horas han sido peculiarmente surrealistas. Después de comer una tormenta tropical cayó encima de nosotras. Si alguna vez Asterix y Obelix llegaron a tener miedo de que el cielo les cayera encima, es que no habían estado aquí. ¡Porque literalmente se nos cayó el cielo encima! Una de las paredes de la sala en la que estamos las cuatro trabajando se transformó miraculosamente en una cascada interior que encharcó toda la sala. Y con dos horas por delante de trabajo, y el cielo desplomándose encima del Bajo Lempa, nosotras solo podíamos pensar en nuestras maletas y sacos abandonados en las cabañas de mentira en las que vivimos. Visualizando el metro y medio de mosquitera (rota) que separa la pared del techo de nuestro cubículo 3x3, a través de la cual el viento debía estar arrastrando el temporal que estaba cayendo, llegamos a ver nuestras maletas colgadas con cangrejos azules de la litera. La realidad que nos encontramos no era tan distinta: las camas mojadas por la lluvia, pero sin cangrejos que hubiesen rescatado nuestras maletas.

Pero la real aventura del día no llegó hasta estar de camino a casa. Nos ponemos en situación: nuestro hostal se encuentra al final de una carretera de tierra, encharcada por la tormenta, llena de vacas y de locos en bicicleta. Carlos, el gerente del Roble, vive en la comunidad de la Sabana, a medio camino entre el Roble y nuestro hostal. Ayer, al llegar a su casa, Carlos se bajó del coche y me entregó las llaves. “Nos vemos mañana a las 7, chicas”. Embrague, primera, acelerar… y aquello empezó a moverse, sí: estaba conduciendo por una carreterucha del Bajo Lempa, al atardecer.

La media hora más extraña de mi vida. Indescriptible. En cualquier momento ese coche se iba a caer a trozos. Moti de copi, “derecha rrras”, limpiando con un trapo el cristal que se empañaba constantemente. Clara y Adriana detrás con una risa más nerviosa que de diversión, sufriendo por su integridad física. Siempre marcando 0km/h por mucho que pareciese que estábamos en un rally. Mario Bros lo tiene mil veces más fácil que nosotras en ese momento: ¡no paraba de encontrar obstáculos! Y cada vez era más oscuro. Una vez oscureció, las vacas se apoderaron del camino, y es que en esta zona, como los campos se inundan, los campesinos dejan sus vacas en medio del camino. No he tocado tanto el claxon ni cuando el Barça gana la Champions… ¡y es que las vacas del Bajo Lempa no se mueven ni así! Pedir perdón a una vaca (es que me miró realmente mal después de llamarla capulla!) o estar a punto de quedarnos atascadas en un arcén para poder pasar fueron la culminación de una gran tarde. Eso sí, los sapos no se salvaron de ser atropellados en masa... sin querer, en serio!

Y al llegar a casa, muertas de miedo de abrir la puerta de la cabaña, y como en los dibujos animados, sepultarnos en una catarata de agua, la sorpresa fue encontrar solo las camas y la mesita de noche mojadas.

Después, una ducha en agua fría realmente necesaria, cena en el porche Port Aventura y a dormir en nuestra estimada mosquitera (supongo que con el roce, le acabaremos cogiendo el cariño).

Hoy nos hemos levantado con un día despejado. Aunque no sé lo que nos espera, ya que cada día supera al anterior, y a este paso el blog se quedará corto y procederemos a escribir una novela entera.

Solo mencionar que hoy es el aniversario de nuestro “queridísimo” amo de llaves: Octavio “Octavancio” el de la teoría de la capitalización, al cual le dedicaremos una entrada entera una vez nos deje de sorprender, ya que realmente se la merece.

Un beso desde Papiol cada día más remoto.

miércoles, 13 de julio de 2011

Callejeros Viajeros en el Bajo Lempa

Ahora sí que soy del todo conscientes que estamos aquí. Hemos caído de golpe en el capítulo estrella de Callejeros Viajeros en el Bajo Lempa.

Ayer por la mañana llegamos al Playón, después de 1h de viaje en pick-up desde San Salvador, zona de Cordes donde se encuentran varias cooperativas, entre las que hay El Roble: microfinanciera donde se basará nuestro proyecto. Después de conocer todas las cooperativas del Playón guiadas por Carlos, gerente del Roble, y de una reunión con el comité de educación nos fuimos hacia “casa”. Aquí es donde empieza nuestro episodio de Callejeros Viajeros.

Cuarenta minutos en 4x4 por un camino de tierra escenario del contraste de belleza y pobreza visto en mucho tiempo. Cada minuto era una sorpresa. Esquivar vacas paradas en medio del camino, niños en uniforme volviendo de la escuela, chavolas de chapa, niños a lomo de caballos sin ensillar, bicicletas de chatarra, cerdos en medio de la carretera,… Parece que a nadie le preocupa demasiado que empiece a llover y se llene de barro todo. Y es que si en Barcelona empieza a llover todos empezamos a correr para resguardarnos. Aquí todo sigue su transcurso… y no es precisamente llovizna lo que cae! Era como ser espectadoras de un documental de la 2 un sábado por la tarde a través de la ventana del coche.

Pero nuestra cara al llegar al Hostal Lempa Mar debió ser digna de enmarcar. Un porche de paja como los de Indonesia en Port Aventura es el comedor-sala central del Hostal. Cinco cabañas esparcidas por un campo plagado de sapos, ranas, iguanas y BNI (bichos no identificados). El rio Lempa a 5 metros y la ducha de agua fría a 7 sapos de nuestra cabaña (es el mínimo de sapos a pisar para llegar).


En realidad tiene su encanto, no lo negaremos. Es un sitio gracioso si estás de viaje y quieres pasar tres días remotos en el Bajo Lempa (o si has cometido cualquier fraude y quieres esconderte por vida). Pero no tener cobertura de móvil, despertarte con la orquestra sinfónica de pájaros a las 5h30, luchas feroces contra los mosquitos y zancudos, y tener que desenredarte de la mosquitera como si de una telaraña se tratara para salir de la cama… Y todo esto a 1h30 de viaje en bus que amenaza pararse en medio del camino embarrado y tener que bajar a empujar… al menos en Pequín Express salen en la tele! Suerte que estamos las cuatro para reírnos juntas de la situación.

Pero lo que de verdad nos hace tirar hacia delante es el proyecto. Realizar un estudio de mercado para reducir la morosidad y potenciar el ahorro en la zona. Queda mucho trabajo, pero todo el mundo está muy dispuesto a ayudarnos y son realmente muy amables. En cuanto a Clara y Adri, les han canviado su proyecto y ahora parece que están más motivadas.

Además parece que al final de esta semana podremos solucionar el tema de alojamiento y evitar volver a Barcelona con un cocodrilo del Lempa bajo el brazo.

Seguiremos explicando nuestras hazañas de Callejeros Viajeros desde Papiol remoto.

Un abrazo!

martes, 12 de julio de 2011

Introducción a la realidad

Creo que aún no soy consciente de que hemos llegado.

Hace ya tres días que acababa la maleta, sin darme cuenta que tenía 24 horas por delante antes de llegar a la puerta de casa de Ondina en San Salvador. Escala en Frankfurt, en Houston, mil controles y siempre la misma pregunta: ¿Motivo de su viaje? Y siempre la misma respuesta: Cooperación.

Y justo antes de salir del aeropuerto del Salvador: el semáforo. Nos habían avisado, sí. Pero tener que apretar un botón para que un semáforo se ponga en verde de modo random y te deje pasar es una forma original de empezar nuestra aventura.

Ondina, nos acogió como una madre. Nos ha estado cuidando a nuestra llegada y nos ha hecho la puesta a punto para que podamos irnos esta mañana hacia el Bajo Lempa.

Componentes de este nuevo reto: Clara y Adriana (el dúo que debe enfrentarse a los peces de la isla de Monte Cristo); y Moti y yo que deberemos lidiar con la microfinanciera. Todas desde el hostal Lempa Mar.

Avisadas de los posibles ataques masivos de los zancudos y mosquitos, y amenazadas con la posibilidad de no tener internet, nos vamos en una hora hacia nuestro nuevo destino. Llenas de curiosidad y de ganas de ver que nos espera.
A malas siempre podemos volver a San Salvador los fines de semana para dejar constancia de que estamos vivas.

Un abrazo desde Papiol lejano ;)!