martes, 30 de agosto de 2011

Diarios de fragopatera

Salir a MB en San Salvador y emocionarnos cada vez que suena “Es un secreto”, “La vaina loca”, “Si no le contesto”, “Yo tengo tu love”, “Dame un besito” o cualquier temazo de Chino y Nacho o Plan B pueden suponer un trastorno irreversible y eterno en nuestra conducta fiestera… ¡pero creo que vamos a asumir el riesgo!

Sábado por la mañana, habiendo dormido cuatro horas, nos plantamos en la UCA. Un planazo para el último fin de semana en El Salvador. Después de un mes sin reunirnos todos, excursión a Morazán para rematar la jugada. Cuatro horas de viaje hasta el extremo del país, al borde de la frontera con Honduras, donde Marc y Xavi han estado trabajando las últimas tres semanas.
Cual fue nuestra cara de asombro cuando el Padre Andreu, rector de la UCA y guía para nuestra aventura, apareció ante nosotros con la fragoneta más tartana vista en la última década. Verde, once plazas (más bien diez y media), un techo con goteras y una puerta del maletero que no se abría… perfecta para ser destrozada en un fin de semana.

Un sábado tranquilito, visita al museo de la guerra de Perquín, concierto de Caminos de Libertad para los catalanes y visita a niña Sixta que nos abrió las puertas de su casa encantada después de haber cuidado de los chicos estos días. El momento del día: ir a cenar pupusas a la casa de la montaña de Gerardo. Después de pensar que nuestra furgoneta se despeñaba por las subidas y bajadas del camino paramos. Diez minutos en pickup (es que el primer trozo estaba bien para ir en la fragopatera!). Los ocho sentados en la parte trasera. Hechos un enredo de piernas y brazos al terminar el trayecto y con el miedo de que en cada bache saliese uno de nosotros volando del pickup y el resto al suelo con él.

Pero, ¿acabar las aventuras del fin de semana en nuestra excursión en pickup? ¡No hombre, no! Nos quedaba el domingo. Empezar el día delante del ordenador pegando gritos a la pantalla, sufriendo por el M4- y el LM2x en Bled. Seguido de una visita a la comunidad de Segundo Montes y finaliando con la excursión a una cascada en el rio Sapo. Con este nombre y la tradición de matar sapos que hay en el Bajo Lempa… por algún lado tenía que girarse el karma. Depués de 40 minutos por la selva poniendo a prueba la eficacia de cualquier desodorante, llegamos a una cascada preciosa. Bañarse en medio de la cascada, saltar de las rocas, refrescarnos en el río Sapo… ¡un sueño después de la caminata! Justo al decidir irnos llevaba unos minutos habiendo lo que comúnmente llamaría concurso de truenos (¡con lo que a mi me apasionan!). Al empezar el camino de vuelta nuestro guía nos aseguró que no hacía día para llover… ¡pues suerte! Medio minuto después: tormenta tropical gentileza del departamento de Morazán. Cuarenta minutos de camino en los que no sabíamos muy bien si habíamos salido de debajo de la cascada aún y no entendíamos como salía tanta agua del cielo. El camino se convirtió en riachuelo y los riachuelos en riadas. Nadie ni nada se salvó de acabar pero que si nos hubiésemos metido en el río vestidos. Bajas: 3 cámaras de fotos, una blackberry y un pasaporte. Aunque Moti y yo disfrutamos como niñas pequeñas comprobando la eficacia de nuestras botas gore-tex en cada charco, río o acumulación de lodo. Observación: Salomon y Hi-Tech fabrican sus botas pensando en la llovizna del pirineo, disminuye notablemente la efectividad en cuanto decides experimentar en tormentas tropicales. Vuelta a casa en la que Marta acabó con chubasquero dentro de la fragopatera, a causa del chorrillo de agua que le caía encima cada dos minutos.



Parece que aquí se han acabado los fines de semana en El Salvador. Y es que todo se empieza a acabar y nos toca pensar ya en la vuelta a casa. Ya empezando a empaquetar, pues después de esta semana en el Bajo Lempa nos toca volver.

Un abrazo desde Papiol remoto!

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